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Entre la Mezquita de Al Aqsa y el Muro de las Lamentaciones se extiende un entramado de túneles que lleva hasta el subsuelo de la Ciudad Vieja de Jerusalén el conflicto entre palestinos e israelíes, que intentan probar con la arqueología su conexión con Tierra Santa.

 

Son corredores de más de 485 metros que destapan capas de historia escrita por otomanos, mamelucos, cruzados, el período islámico clásico, bizantinos y romanos.

Este submundo controlado por la Fundación israelí para el Patrimonio de los Túneles del Muro de las Lamentaciones, que ha recreado en maquetas y películas cómo se cree que era la vida en la Ciudad Santa hace dos mil años. Una iniciativa que para el guía palestino Robin Abu Shamseyh tiene un objetivo claro: "explorar y descubrir cualquier evidencia que quede del primer o segundo templo".

 

ORIGEN DEL MUNDO 

La historiografía judaica sitúa aquí, a decenas de metros de profundidad de la Explanada de las Mezquitas (sagrada para judíos y musulmanes), el espacio donde se levantaron los dos templos de culto judíos, el último, destruido por los romanos y cuyo vestigio es el Muro de las Lamentaciones.

 

En la travesía se lee un cartel: "está en el punto más próximo al más sagrado de los lugares sagrados del Monte del Templo (nombre de la Explanada en el judaísmo, denominada Noble Santuario en el islam)". En este lugar comenzó el mundo y se custodió el Arca de la Alianza con los Diez Mandamientos según la tradición judía, y ahora reúne orando en silencio a los pocos creyentes que admite el angosto pasillo.

 

CONFLICTO DE NARRATIVAS

Mientras cientos de visitantes y fieles recorren los túneles a diario y su sinagoga, grupos y autoridades palestinas, incluido el ministro para Asuntos Religiosos, el sheij Yusef Ideis, denuncian que la búsqueda por avalar el vínculo entre el pueblo judío y Jerusalén pone en peligro la estructura de la mezquita Al Aqsa, un riesgo que los arqueólogos israelíes niegan. La voluntad por controlar este emplazamiento sagrado, el primero para los judíos y el tercero para los musulmanes, pone a Jerusalén Este en el corazón de las tensiones entre palestinos e israelíes, que ocupan esta parte de la ciudad desde 1967.

 

"Bajo la supervisión de los arqueólogos israelíes, lo dominante es su narrativa", señala Abu Shamseyh, que opina que muchos hechos "han sido manipulados para que parezca que les une con los israelíes. Pero si nos referimos a los hallazgos arqueológicos, veremos que no es así". Y pone como ejemplo lo que él califica de restos de una cisterna mameluca que, de acuerdo a las explicaciones israelíes, es descrita como un "mikve" o "baño de purificación" judío.

 

Es un tema complejo, reconoce Guideón Avni, director del Departamento de Arqueología de la Autoridad de Antigüedades de Israel, responsable de gestionar los hallazgos de un suelo extremadamente prolífico en descubrimientos arqueológicos y que ha sido más perforado que la histórica Roma."La arqueología se ha utilizado con enfoques nacionalistas y políticos desde el siglo XIX, no es algo exclusivo de este contexto", afirma y matiza: "Hay que tener en cuenta que existe una gran diferencia entre los trabajos arqueológicos profesionales y la interpretación que se le da en términos políticos y religiosos". Los arqueólogos, asegura, observan "los yacimientos, lo que existió", pero admite que después, "quien te explica y guía puede modificar lo que ves e interpretas". "Nosotros damos información a la gente para que reconstruya su identidad (...) Pero a veces hay un mal uso en el proceso de creación", estima.

 

LA VERDAD ESTÁ EN LAS PIEDRAS

El deseo de impedir que esta disciplina se convierta en un arma política arrojadiza o de propaganda en el conflicto palestino-israelí es la base de la organización israelí Emek Shaveh.

Su director, Yonathan Mizrahi, explica que cuando se hace una excavación hay una metodología a seguir -documentar, publicar, analizar-, "que no se hizo aquí durante un tiempo, por lo que te pueden contar lo que quieran: que Jesús o Mahoma caminaron por aquí, lo que sea", cuenta. Aún así, señala que "no se puede ignorar que se ha encontrado una pared enorme, continuación del Muro de las Lamentaciones" al igual que otros hallazgos y descarta que las excavaciones se estén practicando bajo Al Aqsa y pongan en riesgo sus cimientos, como acusan algunos movimientos palestinos.

 

"Según entiendo, lo que ocurre aquí es que es un proyecto político por el que Israel controla este espacio", algo que, sin duda, provoca oposición.

(Publicado por primera vez con la agencia EFE)

 

 

 

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